Criticas del Libro

"Los cuentos de Petra es una colección de doce relatos que nos describe un mundo de
relaciones personales tal como es percibido desde la mirada femenina. La narración de
las historias es llevada por diferentes personajes femeninos quienes nos muestran –
algunas veces en primera, otras en tercera persona- los pormenores de sus encuentros
amorosos.

La escritura que se nos ofrece en este nuevo libro de Marilyn Batista, tanto por el
lenguaje como por los temas propuestos, es una rebelión ante el orden del Logos, que se
nos presenta muchas veces con humor e ironía ante el poder masculino representado
estéticamente en los relatos por medio del simbolismo fálico.
La corriente que fluye a través de las narraciones nos lleva hacia una reflexión sobre la
naturaleza de la mujer (el Otro sexo), una mujer que en los textos se transforma, muta
en cada nuevo encuentro amoroso, en esa búsqueda por definir su condición, por
aprender a ser mujer, por transformarse en Petra, la primera piedra, la piedra angular de
sí misma, de su propio ser.

Muchos de sus cuentos nos remiten a esa metamorfosis personal que se entrevé en la
ambientación de las historias: el 31 de diciembre, el Viernes Santo, el té de canastilla,
los últimos minutos de la vida de Antonio, en donde se deja ver la persistencia de la
dicotomía muerte-vida. Metamorfosis que en los cuento se intuye también es sus
posiciones políticas e ideológicas, tanto por su condición de puertorriqueña como de
latinoamericana. Así como sus relaciones personales se tiñen de cierto desencanto, se
percibe igualmente la añoranza de ciertos sueños políticos e ideológicos que no están
dichos en el texto pero que evidencian su presencia en el trasfondo de las historias.

Los relatos son también una metáfora de la creación artística. Elementos esenciales son
la tierra, los colores, la naturaleza que afloran con gran fuerza en el discurso plástico
que acompaña en todo el libro el discurso literario; palabra y color, palabra y forma,
hombre y mujer fluyen juntos en cada cuento. Es como si la palabra no bastara para
describir el complejo mundo de sentimientos encontrados que la narradora trata de
aprehender con su escritura.

En esa búsqueda por definir su condición de mujer, desde el primer relato se inicia un
recorrido a partir del desencuentro con la figura masculina, Clemente (ese hombre-
fantasma que -con diferentes nombres- va y viene por todos los cuentos) quien la arroja
a través de las siguientes narraciones del libro hacia un mundo de nuevas relaciones
amorosas las cuales se distinguen por su carácter transgresor, y que no son otra cosa que
una enfrentamiento contra el discurso convencional sobre la mujer y su papel en la
sociedad, el matrimonio y en la institución religiosa, al mismo tiempo que representan
un anhelo de construir ese nuevo sujeto femenino.

Una y otra vez los relatos nos recuerdan esa regeneración de las protagonistas por medio
 del simbolismo del agua, fuente de toda vida en la que los personajes femeninos de
estos cuentos se restablecen constantemente, toman nuevas fuerzas y se enfrentan a otro
encuentro amoroso. La metáfora del árbol de manglar presente en el texto que inicia
esta colección habla de esa mujer que hunde sus raíces en el agua, agua dulce y agua
salada, agua de la Isla, agua del Caribe cuya presencia se intuye en la piel y la
sensualidad de todas las mujeres que cuentan estas historias.

Esta fuerza erótica consume a los personajes masculinos y es capaz de llevarlos a la
locura como ocurre con en el cuento El olvido. Estas mujeres se fortalecen de esa
sustancia masculina, de esos hombres- acuarela, hombres diluidos, de sus acrílicos, de
sus pinturas, de su arte, su miedo y debilidad.

En los textos hay una intencionalidad femenina de articular su propio discurso
contestatario al discurso dominante del otro como ocurre en el cuento Decime algo,
amor mío. La narrativa de Marilyn Batista coquetea con el mundo masculino (novios,
amantes, concubinos y maridos), lo invita, lo incita, lo deja fluir y constatar su presencia
por medio del lenguaje, luego lo interpela y finalmente -como en el cuento Feliz
Cumpleaños, Antonio- lo aniquila."

Ronald Rivera
Profesor de la Universidad de Costa Rica


Los cuentos de Petra.

Marilyn Batista. Los cuentos de Petra (San José, Costa Rica: Edición de la autora. 2012) 96 páginas. 
Por Rodrigo Quesada Monge

"Recibí con mucha gratitud, la invitación de Marilyn para que le hiciera un breve comentario a su primer libro de cuentos, titulado Los cuentos de Petra. Conozco a la autora desde hace unos diez años, y su capacidad de trabajo, su honradez y lucidez empresariales, nunca me hicieron pensar en que debajo de toda aquella energía y vitalidad, pudiera estar oculta una escritora de grandes posibilidades y talento.
Le agradezco a Marilyn su gentileza de involucrarme en este su proyecto literario, porque me pone al frente una serie de promesas que sé, se irán desgranando poco a poco, pues si algo tiene nuestra autora son sus intensas ganas de compartir con el mundo, nosotros los lectores, sus experiencias personales, sus vivencias y sus ilusiones. Cuando un escritor, ya sea joven o de cierta edad, nos ofrece a los lectores sus primeros escarceos con la literatura, el lector responsable debería sentirse agradecido de que lo hayan tomado en cuenta. Eso me ha sucedido con este primer trabajo literario de Marilyn Batista, escritora puertorriqueña que vive entre nosotros, los costarricenses, desde hace varios años y que le ha dado a Costa Rica, mucho de su talento como empresaria de las relaciones públicas.
En Costa Rica se ha producido, durante los últimos treinta años, una explosión literaria de proporciones importantes. Han brotado una gran cantidad de nuevos novelistas, ensayistas, poetas, historiadores y filósofos quienes, entre otras cosas, se han esforzado, con energía y lucidez, por igualar y, por qué no, superar mucha de la herencia literaria transmitida por generaciones anteriores, en lo que compete a temas, problemas y técnicas de ejercer el maravilloso arte de la literatura. Se ha recibido una fértil y productiva influencia de talentos extranjeros, de múltiples nacionalidades, entre los que destacan chilenos, argentinos, cubanos, nicaragüenses, norteamericanos y ahora puertorriqueños.
Al mismo tiempo que se expandía esta proliferación de talento artístico literario, la sociedad costarricense sufría cambios radicales, algunos dolorosos, otros complejos y tal vez no placenteros, pero sí muy prometedores en cuanto a generar un contexto cultural, social y político más proclive a las influencias exteriores de que hablamos. Porque Costa Rica, durante mucho tiempo, fue un país muy metido en sí mismo, tan volcado sobre sus propios problemas, que muchas de las tendencias científicas, literarias y artísticas internacionales si acaso la rozaron. Cuando las universidades facilitaron la formación de profesionales costarricenses en el extranjero, y las dictaduras en otras partes oprimían a sus creadores y artistas, quienes viajaron a este país donde encontraron un refugio cierto y feraz, entonces fue cuando los costarricenses empezamos a darnos cuenta en realidad de que un mundo grande y prometedor, crecía y se agrandaba allá afuera.
Los temas literarios, de las artes plásticas, de la arquitectura, de la música costarricense empezaron a cambiar sustancialmente. Hoy es frecuente encontrar a nuestros escritores desarrollando, con solvencia y fluidez, temas relacionados con la ciencia ficción, como si tuvieran años de estarlo haciendo. El lenguaje, más franco y directo, se modificó en rigor, y abrió el espacio para que los temas eróticos, la violencia, la corrupción y otros asuntos sociales y políticos, fueran abordados con el realismo, la crudeza y, sin embargo, el lirismo que era difícil hallar en otros momentos de nuestra historia literaria.
Esta transformación, pareciera estar presente en el resto de América Latina. Por eso no es extraño que una autora como Marilyn Batista, nos ofrezca hoy doce cuentos en los que se refleja esa franqueza artística, psicológica, social y emocional, que ya resulta tan familiar al buen lector costarricense. Es que el lector promedio costarricense, si acaso se lee un libro al año. De tal forma que la oferta temática que le hace Marilyn en su libro, busca tañer esas cuerdas más íntimas, para provocarlo y sacarlo del marasmo de indiferencia y frivolidad en el que está envuelto.
Decía el filósofo y ensayista francés George Bataille que la frontera entre la pornografía y el erotismo es tan sutil, que uno se la puede saltar casi sin darse cuenta. Las historias que integran Los cuentos de Petra, parecieran estar en encabalgamiento unos con otros, casi como una novela corta dividida en pequeños capítulos. La soledad, el abandono, el desamparo y la desatención están tan presentes, que casi se palpa su gélida frigidez, en unos personajes aturdidos por instantes de placer. Sólo con el amor pasión, el fuego del sexo y la gimnasia de alcoba, pareciera que es posible recuperar algunos espacios de felicidad en la anodina cotidianidad de unos personajes, casi todos femeninos, siempre a la caza de unos pocos instantes de trascendencia y eternidad.      
Y la distinción que nos hacía Bataille es importante porque en los cuentos de Marilyn se viaja al filo de la navaja, corriendo el riesgo de irse hacia uno u otro lado. Solo la madurez, la malicia, el olfato y las vivencias personales con el lenguaje, pudieron impedir que estos cuentos fueran más allá de la retórica porno, y se quedaran más acá de un erotismo refinado, pleno de los mitos y las obsesiones que solo un escritor maduro puede tratar con la delicadeza y la buena mano indicadas. Porque en Costa Rica, también ha proliferado una literatura que hace gala de un malditismo totalmente extemporáneo, toda vez que esa temática fue superada hace como cincuenta años en los grandes centros literarios internacionales. Marilyn, con esa sabiduría que sólo la edad brinda, y el talento y la exquisitez de una escritora en ciernes, pero con mucha espuela, pudo ver más allá del lenguaje procaz y agresivo con que han querido asustarnos algunos escritores jóvenes en este país.
En la pornografía se olvidan las formas, como hacía el Marqués de Sade. En la literatura erótica, son las formas las que predominan, precisamente como lo hace Vargas Llosa. En el cuento de Marilyn más logrado tal vez, Jorge se titula, las formas están colmadas con un erotismo nostálgico que recuerda mucho el trabajo de Mayra Santos, otra escritora puertorriqueña, para quien la literatura erótica es una bella alternativa, para escoger entre decantar su identidad como mujer, y su potencia amatoria en circunstancias llenas de limitaciones, chantajes y gazmoñería. Una literatura erótica, escrita con tanta honradez y franqueza, en la que el lenguaje es el instrumento preciso para decir las cosas que se quieren decir, no para asustar ni para agredir al lector, cuesta encontrarla hoy en día.
Por esta razón, se vuelven los ojos a la mejor literatura erótica que se escribiera jamás, aquella que hicieran las mujeres de la nobleza en el siglo XVIII. Y no sorprende que fueran las mujeres quienes la hicieran, en vista de que el Siglo de las Luces, también estaba lleno de sombras, con respecto al trato que merecían las mujeres en la cama. En la etnología de la alcoba, como decía el conocido antropólogo francés Pascal Dibie, las mujeres escritoras del siglo XVIII, eran portadoras del misterio del crimen nunca consumado. Por eso Sade juega siempre con esa relación dialécticamente explosiva entre sexo y crimen, algo que volvemos a encontrar en la literatura erótica de nuestros días, sin que nos tome por sorpresa ni mucho menos. El crimen, en Los cuentos de Petra, tampoco se consuma en la práctica, pero mental y emocionalmente, los personajes femeninos de estos cuentos son también criminales poseídos por la frustración, la nostalgia, la vacuidad y la inanidad de una vida en la que únicamente el sexo pareciera ofrecer algo de redención. Así lo veía Thomas de Quincey, pero también la gran Choderlos de Laclos. Agradezcamos a Marilyn y a Los cuentos de Petra este hermoso y aleccionador encuentro con lo mejor de la literatura erótica de todos los tiempos."    

San José, Costa Rica, 20 de mayo de 2012.

 Rodrigo Quesada Monge
 (1952), Catedrático Jubilado de la Universidad Nacional de Costa Rica.
 Premio Nacional (1998) de la Academia de Geografía e Historia.



Una transgresión que tiene la forma del cuerpo de mujer: "Cuentos de
Petra", de Marilyn Batista Márquez. 
  “He malgastado el don de transfigurar a los prohibidos (los siento
respirar dentro de las paredes) Imposible narrar mi día, mi vía. Pero
contempla absolutamente sola la desnudez de esos muros. Ninguna
flor crece ni crecerá del milagro. A pan y agua toda la vida”. Alejandra
Pizarnik, “El deseo de la palabra” publicado en 1971 citado por Fiona
Mackintosh, un año antes de la muerte de Pizarnik, (2011:163).
"Decidí empezar con este epígrafe o citando a una de mis poetas y narradoras
favoritas Alejandra Pizarnik, porque esta poeta argentina al igual que Marilyn
Batista tienen tatuado en su piel la grandeza de atreverse a transfigurar lo
prohibido. Marilyn transgrede los patrones consagrados del ser mujer. Nos
habla de una mujer antítesis, irreverente como Carmen, una mujer que tenía el
poder de hacer el amor con la muerte, o sobre una mujer que era “tan violenta
e implacable como uno de los adeptos de Sendero Luminoso, una mujer que
anhelaba que el general chileno tuviese el mismo fin que el ex presidente dictador
nicaragüense”. Nos relata diálogos internos de personajes femeninos que son
como ella las define “proscritas de la felicidad conyugal”, seres que transgreden
esos mandatos divinos del ser mujer de “oficio doméstico” a tiempo completo,
roles impuestos por una sociedad patriarcal que las obliga a plancharse los
sueños de alto relieve y a apaciguar su pasión en módicas cuotas mensuales de
buen comportamiento, obligadas a pagar con el tedio y el marasmo de domingo
en la tarde, futbol y siesta.
Al contrario las mujeres de las que nos habla Marilyn en sus cuentos se ríen de
aquellos hombres que aún no han evolucionado, y que continúan con prácticas
cotidianas de aquella época de los cromañones que pensaban que las mujeres
no podían participar en “conversaciones profundas” por el sólo hecho de ser
mujeres (pág.90). Mujeres que se rebelan y reaccionan ante hombres que
creen saberlo todo, especialmente sobre temas referidos a la política, hombres
como el “Senador” que aún con tanto poder permanecerá en el anonimato y en
el olvido, mientras mujeres como la Madrina son inolvidables, “son parte del
patrimonio de la Isla del Encanto”. Una mujer que “a sus 74 años, con 45 kilos de
sobrepeso, presión alta y diabetes, una mujer robusta de labios gruesos pintados
color anaranjado se sienta en un sillón del balcón de su casa a recordar sin
remordimientos, ni contrición todo los ricos polvos que se ha echado en su vida”
(pág. 115).
Los personajes de los cuentos de Doña Petra son capaces de convertir lo amargo
en dulce, lo penoso en cómico, como Liz cuya vida “es la síntesis de una sonrisa”
(pág. 23). Liz la que se atreve a regalar un “morrocotudo pene rosado” a su amiga
en un te de canastilla. Liz que puedo decir tiene como hobbie favorito escandalizar
a la gente, especialmente a las hijas de María, a la doña Andrea y a la Carmelita.
Sin embargo, Liz después de estas transformaciones camaleónicas se convierte
en “una deshabitada criatura” que terminaba sus días con “un feliz sueño Carlos
Augusto”.
Marilyn en su libro de cuentos escandaliza a más de un mojigato de principio a
fin, y desde navidad hasta el “Viernes santo” a las María Josés, educadas en
las hermanas de la Cruz” (pág. 55). Las y los protagonistas de sus cuentos no
sacrifican sus “deseos impúdicos”, no permiten que aplaquen ese fuego que
según mandato divino debe ser reprimido en viernes santo (como ustedes lo
sabrán: catecismo básico) “nadie coge en viernes santo” (pág. 56).
Entre los personajes creados en la narrativa de Marilyn están los pintores y sus
“obras” que persiguen a las mujeres de los cuentos de Doña Petra como sus
sombras, como lo diría Frida Kahlo. Así por ejemplo Jorge:”un hombre que es una
acuarela, “un hombre diluido en agua” (pág. 31).
En otros cuentos nos habla de la tecnología que no está al servicio del amor como
en “Llámame” (pág.61) o en “Correo para Eugenio” (pág. 69).
Marilyn a través de sus historias nos traslada de Perú a Chile y de allí a Nicaragua
y para terminar en Costa Rica. Si su obra la delata se puede decir que esta
escritora no es sólo puertorriqueña o costarricense, sino es una ciudadana del
mundo.
Finalmente, debo decir que hay cuentos eróticos que pueden ser escritos
como cuando se hace el amor en la posición básica horizontal, y otros como
los de Marilyn que pueden ser escritos prescindiendo de la lectura del tantra y
el kamasutra, un libro para tomar o acompañar la lectura sencillamente con un
afrodisíaco te de canela y anís."
Marisol Patiño
Encargada del Centro de Investigación en Estudios de la Mujer,
Sede de Occidente de la Universidad de Costa Rica.

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